Más allá de la fe del peregrino estatuario, es el sacrificio, la carga del primer apóstol mártir del cristianismo, que brota de mil cruces. La religión lo lleva, reflejando el alma de los creyentes de este siglo.
El artista ha ofrecido su corazón y su trabajo para celebrar el matrimonio de la tradición y el modernismo, de la fe y la cruz, el absoluto en marcha. El tiempo es un aliado, que acompaña al caminante en la imagen del bastón de peregrino del Papa Juan Pablo II, que ya exhibió una nueva expresión artística de un Cristo suspendido en su sufrimiento. Todo en esta nueva creación es divino. El camino es su capilla.